Llegamos al Palmira Scrosoppi para encontrarnos con Lucía de la Orden, una artista plástica que vino a exponer sus mandalas desde Buenos Aires.
La muestra tiene calidez, frescura y magia, se llama Armonía Vital y sumerge, a quien la visita, a la paz, a la serenidad, a sentir el silencio del color y la cadencia de la forma.
Lucía hace 10 años que pinta mandalas, nos cuenta: “pintaba otro tipo de cosas, óleos, otras características más expresionista… y a raíz de una depresión, estuve con tratamientos… psicólogos, psiquiatras y uno de ellos me dijo: -cuando vas a tu casa te ponés a pintar, porque eso es lo tuyo-, pero yo no podía pintar, no podía hacer nada… y un día me puse a hacer simetrías, que siempre me gustaron… desde chica el calidoscopio era algo que me fascinaba. Cuando comencé con las simetrías, me daba una sensación de placer que hacia rato no tenía… bueno lo seguí haciendo hasta que se transformó en una necesidad, sobre todo cuando tenía un conflicto, tenía que hacer un trabajo de simetría”.
Hasta ese momento, Lucía no sabía que lo que estaba haciendo eran mandalas: “no conocía nada de todo esto, ahí empecé a investigar, aunque, en realidad, de teorías no sé mucho… sí puedo hablar de mi experiencia, de haberlos realizado y realmente fueron sanadores, porque gracias a esto, pude superar un montón de cosas, dejé de tomar medicación, dejé los psicólogos… y me liberé interiormente”.
Se acercó a la Geometría Sagrada, indagó acerca de los colores, sin embargo: “cuando me pongo a trabajar, dejo libre… que salga lo que salga, trato que cada mandala sea un desafío nuevo, incluso después que lo cree, me digo qué colores me sugiere y va surgiendo... dejo que fluya”.
Comenzó a realizar exposiciones con los mandalas por sugerencia de su médica y sus amigos:
“cuando los empecé a exponer se fueron abriendo puertas: estuve haciendo experiencias con
mandalas, talleres de creación de mandalas, exposiciones en la Costa, este lunes hicimos una experiencia grupal en el Ángel Azul (Casa de Té en la Vila de Merlo: los participantes juntaban diferentes materiales, hojas, distintos elementos, se dividieron en 2 grupos y cada uno de ellos creó un mandala a partir de la interacción interna de cada grupo. Lo que se genera es una experiencia muy rica y emotiva”.
En este momento la premisa de Lucía es dar, porque: “esto para mí fue curativo, liberador, sanador, se abrieron las compuertas para que yo pudiese de nuevo crear, pudiese hacer un montón de cosas que no podía hacer y mi intención es que mucha gente pueda hacer mandalas, que mucha gente pueda liberarse”
Su próximo proyecto es trabajar con niños: “me gustaría ponerme al servicio de alguna entidad, niños carenciados o con alguna problemática y tratar de ayudarlos a liberarse, esto es una forma de agradecer”.
Para seguir sintiendo mandalas, te pasamos al web de Lucía: www.mandalasordenarte.com.ar
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